martes, 19 de marzo de 2013

Segunda Guerra Mundial

Los orígenes remotos de la Segunda Guerra Mundial hay que buscarlos en el nuevo orden internacional surgido tras la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Versalles, en lugar de crear un clima de reconciliación entre las naciones, fomentó la humillación y el resentimiento. Muchos alemanes e italianos no aceptaron las imposiciones de Versalles y eso estimuló el revanchismo.
La crisis de 1929 creó un contexto de depresión que favoreció el surgimiento de los fascismos. Mussolini, en Italia, y sobre todo Hitler, en Alemania, desarrollaron una política agresiva y de expansionismo militar, que se justificaba por necesidades económicas o por prestigio histórico. Además, las potencias fascistas desarrollaron una intensa carrera de armamentos que fomentó un clima de tensión prebélica en Europa.
Finalmente, ante la política agresiva de los regímenes autoritarios, las democracias se empeñaron en mantenerse al margen de los problemas del mundo o en preocuparse por sus propios gobiernos internos. Así, la debilidad de las democracias y el fracaso de la Sociedad de Naciones ante las agresiones de los regímenes nazi y fascista estimularon el belicismo y acabaron conduciendo a la guerra.

Desde principios de la década de 1930, los Estados autoritarios impulsaron una serie de agresiones bélicas hacia otros países:
-En Asia, Japón buscaba ampliar sus territorios. En 1931 ocupó Manchuria y, en 1937, inició la invasión de China.
-En África, Italia ocupó Etiopía en sus deseos de ampliar su imperio colonial. En Europa, también invadió Albania.
-Italia y Alemania intervinieron en la Guerra Civil española facilitando soldados y armamento a los militares sublevados, mientras que Francia y Gran Bretaña se mantenían al margen (Pacto de No Intervención).
-Alemania desarrolló una política de expansión territorial con la idea de crear un gran imperio con las tierras habitadas por pueblos germánicos. En 1936, en contra de lo impuesto en el Tratado de Versalles, Hitler remilitarizó la región de Renania. Más adelante, en 1938, ocupó Austria, donde se habían extendido las teorías nazis. Más tarde exigió a Checoslovaquia la entra de territorio de los Sudetes, poblado por una importante minoría alemana.

Esta política expansionista se apoyó en una serie de tratados internacionales de apoyo mutuo. En 1936, Alemania firmó una alianza con Italia, conocida como el Eje Roma-Berlín. Ésta se renovó en 1939 con el nombre de Pacto de Acero. Alemania también firmó con Japón el Pacto Antikomintern.
Para evitar que la URSS se aliara con Francia y Gran Bretaña, Hitler firmó el Pacto Germano-Soviético, tras el cuál se inició la invasión de Polonia. Entonces, los aliados declararon la guerra a Alemania. Este fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial.



Con la invasión de Polonia, Hitler inició la guerra relámpago, basada en el uso de divisiones acorazadas y en un importante apoyo aéreo. Este tipo de guerra permitió el ataque sorpresa y avanzar con rapidez. Polonia se hundió en tres semanas y el país fue dividido entre Alemania y la URSS, según lo acordado en el Pacto Germano-Soviético.
En 1940, los ejércitos alemanes invadieron la mayor parte de Europa Occidental. En el verano de ese mismo año, sólo Gran Bretaña resistía a Alemania. Para preparar un posible desembarco en Gran Bretaña, la aviación de guerra alemana, bombardeó los puertos y las ciudades británicas: fue la llamada Batalla de Inglaterra.
Gran Bretaña resistió el ataque y Hitler tuvo que renunciar al desembarco, pero decretó el bloqueo de las Islas Británicas y desencadenó la Batalla del Atlántico para impedir la llegada de suministros a los ingleses. También combatió a los ingleses en el Mediterráneo y las tropas del Afrikakorps conquistaron el Norte de África. Yugoslavia y Grecia fueron también conquistadas en abril de 1941.
En junio de 1941, Hitler lanzó la Operación Barbarroja y atacó Rusia, llegando con rapidez hasta las puertas de Moscú y Leningrado. En diciembre, Japón destruyó la flota estadounidense en Pearl Harbour y Estados Unidos entró en la guerra. En aquellos momentos, el Eje Roma-Berlín-Toko parecía invencible.


La ocupación nazi tenía como finalidad el sometimiento de los territorios europeos en beneficio de Alemania. En función de ello, los nazis organizaron los territorios conquistados en regiones incorporados al Reich, regiones colonizadas y Estados satélites.
En todas ellas, la industria se reordenó en función de los intereses alemanes, se hicieron requisas forzosas de productos de primera necesidad y se obligó a trabajadores a desplazarse a Alemania. La ocupación significó también la extensión del terror y la represión sobre la población sometida. Los alemanes encontraron colaboracionsitas entre la población civil, pero muchos de los que no aceptaron el nuevo orden nazi organizaron la Resistencia de forma clandestina.
La Gestapo y las SS implantaron un régimen de violencia y terror sobre la población, especialmente sobre los resistentes, que fueron detenidos, torturados y deportados o ejecutados. En todas partes se desencadenó la persecución y fue especialmente dura la de los judíos, en el llamado Holocausto.

En junio de 1942, la situación de la guerra dio un vuelco cuando la URSS y Estados Unidos reforzaron a los aliados. En junio, los estadounidenses frenaron a los japoneses en el Pacífico (Batalla de Midway) y los británicos a los alemanes en el Norte de África. Pero el primer gran fracaso de Hitler tuvo lugar en Stanlingrado.
A partir de este momento, los aliados empezaron su ofensiva. El desembarco estadounidense en Normandía (junio de 1944) permitío la entrada en Europa de numerosos soldados y vehículos. Los angloamericanos iniciaron el avance desde el Oeste, mientras los rusos avanzaban por el Este; ambos ejércitos se encontraron en el río Elba el 26 de abril de 1945. El día 30, Hitler se suicidó y el 8 de mayo, Alemania capituló.
Pero en Asia los japoneses continuaban combatiendo. Para precipitar la rendición japonesa, el presidente estadounidense Truman decidió utlizar un arma nueva: la bomba atómica, que fue lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki. El 2 de septiembre Japón capituló. La guerra había terminado.




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