La Guerra Fría consistió en un modelo de relaciones internacionales que se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial y que se basaba en un permanente antagonismo entre los bloques liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética.
Fue un enfrentamiento muy tenso, sin llegar nunca a una confrontación bélica entre las dos potenicas, pero éstas desarrollaron una gran carrera de armamentos y adoptaron una actitud muy beligerante. La tensión entre los bloques comportó también el empleo de juego sucio, de la propaganda hostil contra el enemigo y del espionaje, que se justificaba por la necesidad de defenderse de las amenazas del bloque rival.
La rivalidad entre las superpotencias se manifestó también en conflictos bélicos alejados de su territorio, en los que el enfrentamiento se producía indirectamente a través de aliados periféricos.
Al finales de la década de 1950, el clima de tensión de los dos bloques dio paso a una nueva etapa dominada por la distensión que conocemos como la coexistencia pacífica.
Las nuevas relaciones entre los bloques vinieron propiciadas por una nueva generaciónde dirigentes. Éstos se mostraron ante el mundo con una actitud más tolerante frente a las discrepancias ideológicas con el bloque rival. También se establecieron relaciones directas entre los primeros mandatarios y ambos gobiernos se mostraron más proclives al establecimiento de acuerdos mutuos. De este modo se inició un diálogo entre las potencias para frenar la carrera de armamentos.
Sin embargo, a finales de la década de 1970 se produjeron nuevos focos de conflicto que hicieron aflorar de nuevo las tensiones de la Guerra Fría. Los soviéticos invadieron Afganistán y los estadounidenses, la Isla de Granada, mientras daban su apoyo a dictaduras latinoamericanas. Todo ello comportó un relanzamiento de la carrera nuclear.
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